El diario de la Señorita Kadbury

Archive for the ‘trabajo’ Category

Donde estuve, donde estoy, donde quiero estar. ¿Dónde? La magnitud del universo…… pensar en la multidireccionalidad de mi cuerpo y mi ser.

Diciembre concluyó en Tigre, al día siguiente de conocer a una persona muy bella que mutó de posible amor a chongo a actual alumno de canto.

Enero fue caótico, cansador… y la novedad: mi profesor de canto me derivó a uno de sus alumnos (este vino primero que el que nombré más arriba).

Febrero se acomodó un poquito, pero hubo golpes fuertes: enfermedades, despedidas, desilusiones.

Marzo comenzó cabreado, desorientador. Ya casi a su cierre, viene con todo, hermoso a su manera. Cosas que se acomodan y que se entienden, palpan, viven… Como algo natural. Cosas a afrontar siempre hay y habrán, y la flexibilidad y energía para superarlas también se ejercitan. En eso estamos.

Tras mucho refunfuñar – alrededor de unos 7 meses -, me dispuse a escribir el informe de investigación sobre las orquestas de improvisación dirigida de Buenos Aires. Pude comenzar gracias al alumbramiento de ver una tesina de una amiga: me bloqueaba no tener un índice tentativo que organizara mi escritura.

Así fue como la mañana del jueves pasado, a una semana y unas horas de la entrega final, entendí qué era lo que estaba produciendo. La entrevista a un director, que había tomado el sábado anterior, me tenía entusiasmada; pero la motivación se deshacía con la intangibilidad de mis conocimientos adquiridos a lo largo de estos meses de lento trabajo y con el silencio por parte de una personalidad a quien quería entrevistar.

Fui a clase con mi confusión y mi acalorado índice tentativo. Había susto en las miradas de mis profesores, pero yo estaba contenta. Recién hoy domingo (ayer hice otra entrevista) pude comenzar a redactar y mi exaltación es creciente. Ver un producto, propio, personal, sincero.

Me siento motivada. Y, a la vez, fue el día en que más melodías se me ocurrieron, pude armonizar aunque sea básicamente una canción que tenía en mente… ¿Dos caras de una misma moneda? ¿Tendré que dejar de debatirme y confiar en que voy a hacer las dos?

No puedo dejar de lado lo teórico: hay textos e ideas que me alimentan y sustentan. También hay muchos que me destiñen, pero ahora me siento más consistente conmigo misma, ergo más capaz de distinguir esas voces que no vibran con la mía.

 

Se acerca un «Licenciada» antes de mi nombre y quiero merecerlo.

– Quiero disfrutar a fondo de lo que me gusta. No quedarme con las ganas de más.

– Si bien está bueno algo de coquetería (y querer bajar 4 kgs), a la hora de cantar/tocar lo que importa es cómo suene.

– Todavía no terminó de emerger de mí lo que quiero hacer musicalmente, aunque sí a nivel laboral: sé que toca la música y la educación, pero todavía desconozco el formato que tendrá. 🙂

– Tengo que dejar de luchar con la carrera simplemente porque no voy a ejercer de crítica. Tengo que sentarme y terminarla, no queda nada y es un título que me va a servir.

– Me hace bien tirar todo lo que ya no necesito ni quiero y guardo «por las dudas».

– Shimmy no es para mí. Pide disculpas por chat un viernes a la noche y ni siquiera puede explicar por qué se disculpa.

– El lobo todavía no me contactó. Cagón.

Creo que uno de los pasos más grandes que estoy dando en los últimos años consiste en asumirme (hacerme cargo, reconocerme) a mí misma. Busco siempre la unión entre lo que hago, digo y siento. No siempre lo logro, pero el objetivo está.

Al decidir que lo mío es la música y que quiero terminar la Licenciatura cuanto antes (¡me quedan sólo 3 materias!), fue lógico sentir que el trabajo me dispersaba innecesariamente. Hablarlo con mis padres y tener su apoyo no solo a nivel económico fue muy, muy emotivo.

Así que aquí estoy, empezando mi última primera semana de clases (al menos en esta carrera). Con ganas de hacerla sin abandonar mis espacios propios con la música (canto, piano, ¡clown!).

Uno de los puntapiés a este cambio ocurrió en una de mis clases de piano: mi maestro me preguntó si me interesaba darle clases a una nena de 8 años. Le dije que sí, asustada e insegura. Llegué a casa y me puse a leer «Las bases psicológicas de la educación musical» (E. Willems) y encontré el marco de referencia para lo que creo una de las tareas que más me gratificarían a nivel laboral: despertar la musicalidad, la paciencia y el amor por lo que uno hace; abrir la percepción y abrirse el juego.

Ahí me di cuenta: encontré un camino. Desconozco aún qué forma(ción) tendrá, qué ya tengo, etc… pero estoy motivada, alegre y tranquila conmigo misma. Creo que por primera vez no siento ningún tipo de traición hacia mí misma.

De a poco voy sintiendo que voy deshaciéndome de mis inhibiciones, de mis mecanismos de defensa e incluso de algunos miedos inútiles.

Voy liberando el terreno, esperando que aflore algo interno que quiera expresar. Lo que viene apareciendo no tiene formato de canción: tiene más formato de búsqueda que quiero compartir, difundir, ampliar… ¿Está mal?

Es como un deseo a ser docente, a colaborar con la felicidad de los demás. ¿Y si no vine a cantar si no a enseñar a cantar o música en general, y desde ahí a vivir más feliz y en contacto con uno mismo?

¿Me gusta cantar? ¿Por qué no me surge tan naturalmente cantar  (con el alma desnuda) ni componer?

No importa. A seguir pelando capas ajenas hasta encontrar lo más propio. Sea lo que sea.

Hará cosa de dos semanas ordené mi placard y me topé con cajas y cajas y cajas y cajas de apuntes de la Universidad.

Hará cosa de dos semanas me despedí de la que fue intermitentemente mi maestra de canto desde el 2006 hasta ahora.

Hará cosa de dos semanas, un compañero de trabajo me obligó a que le diera una clase de canto.

Y ahí entendí TODO. Entendí por qué constantemente dejaba sus clases, entendí lo que quería hacer, por qué había hecho lo que había hecho. Qué miedos me habían frenado.

Y empecé a recordar cosas que había dibujado de adolescente con respecto a la carrera, las cosas en blanco que había dejado…

y cómo hoy algunas ya iban teniendo pieza que encaje, al menos momentáneamente.

 

Se viene una época de cambios, se cierra un ciclo, se acerca un momento súper propio y personal. Sincero, honesto. El granito de arena que quiero aportar a esta sociedad.

Mañana subo los dibujos y las interpretaciones actuales. Y las consiguientes decisiones.

Me siento muy movilizada.

Llego a mi casa después de scoutear una clase de teatro. «¿Qué carajo vine a hacer en esta vida?» Me pregunté todo el día, con la certeza de que tengo algunas herramientas para que eso no me derrumbe. Pude concentrarme en leer unos compases de una cosita que me dio mi profesor de piano, pero no logro ubicar mi misión. Y un poco perdí el deseo.

Ni siquiera sé si quiero cantar, ahora que tengo tiempo y puedo. Y no sé qué quiero hacer.

Yo quería quererlo, quería construír algo lindo, quería conocer sus detalles y que él conociera los míos. No se dio (por su culpa). En un principio lo manejé bien e incluso en ciertos puntos me sentí y siento aliviada. Ahora me siento sola y lo extraño. Solo sé que me la tengo que bancar. No me conviene llamarlo. Tengo que renovar.

Y sé que no perdí mi capacidad de querer.

Escribo como una manera de agradecer las cosas buenas que me están pasando. Son varias, por suerte:

Mis padres están muy bien. Se fueron de viaje juntos por 15 días, mi mamá se divierte mucho con mi sobrino (viene 2 veces por semana)… Nada que ver con la situación límite del 2010.

Laboralmente, arranco un proyecto de scouting de actores porteños. Me pagan por ir al teatro: un verdadero lujo.

Con Shimy todo va lindo y tranquilo. Por momentos me da miedo no sentir esas MARIPOSAS o una locura. Simplemente tengo ganas de verlo muy seguido y cuando estamos juntos, la paso tan bien… Y me encanta coger con él aunque hay veces todavía me cuesta soltarme del todo.

Hoy me imaginé recibiéndome a fin de año, tal como lo planeo. Por primera vez me dieron ganas: pensaba qué ponerme para el día que presente mi tesis, a quiénes quería invitar, cómo iba a festejar… Me emocioné.

La lista, por suerte, sigue. Pero yo voy a seguir en otro momento.

Casi seguro que tienen una o dos cosas lindas pasándoles. ¡No miren solo las que quedan por resolver!

Nam Myoho Rengue Kyo.

La contrapartida de estar tan segura con lo que quiero hacer es que tengo muchísima resistencia a hacer cosas que NO quiero hacer. Tal es así que todavía no entregué ninguno de los cuatro trabajos que me dieron para hacer en una materia de la facultad. Claro que como es el trayecto final y somos pocos, son más que pacientes con nosotros… lo cual no hace sino acrecentar mi vagancia.

Si bien en un momento tenía la excusa de que «era mi único espacio de rebelión» porque estaba sobrepasada de laburo y cosas musicales, ahora ya no tengo más que echarme la culpa a mí. Sin embargo, hoy a la mañana cuando me levanté me lo propuse: hoy tengo que hacer los trabajos. Por ahora hice uno, del que estoy bastante orgullosa. La consigna era escribir una crítica a partir de una anécdota. Espero haberlo logrado.

Me gustó tanto que empecé a pensar que tal vez no estaría mal postularme como crítica para algún medio, sin por ello perder mi centro en la música. Pero aún me faltan 3 consignas más y un asbtract para presentarme en unas jornadas estudiantiles. La fiaca tira.

Ahora me voy a ir a meditar. ¿Podré a la noche lograr lo autoprometido? Con convicción digo SÍ.

Esta semana amaneció rara. Por empezar, me levanté antes de las 8 AM para ir a una reunión a la productora con los chicos que están armando el soft. Ahí me enteré que el padre de uno de mis compañeros había fallecido esa misma mañana. Absolutamente todos estábamos conmocionados: con apenas 53 años, el papá del chico que se encarga de lo administrativo no se había levantado de la cama. Padre nombrado en una de cada cinco frases de nuestro compañero.

Eso significó que después de esa reunión me quedara hasta el mediodía resolviendo algunos asuntos administrativos y ejecutivos.

Mi idea era, después de almorzar en casa, terminar algunos trabajos prácticos que vengo debiendo para la facultad e ir a probar una clase de danza, pero el cansancio me ganó y dormí una siesta de cuatro horas.

Me levanté con tiempo más que suficiente para prepararme. Ordené todo mi escritorio, puse a hervir agua para el mate y ahí llegó: mi primer alumno de piano y armonía. Mis conocimientos no son muchos, pero son lo que él necesita: años de clases de batería y con un terciario en producción musical en la EMBA, él no tiene idea de acordes ni tonalidades ni armonía. A cambio de ser mi conejillo de indias absorviendo conocimiento, me va a enseñar a usar un programa para hacer bases rítmicas digitales en vivo y a mezclar mis temas.

Me sentí tan bien. La docencia y la música son cosas que me encantan y juntas aun más. El proceso que se dio de Abril del 2010 a ahora fue bastante interesante: pasé de detestar no saber qué hacer de mi vida (o de cambiar de idea cada 3 días), a aceptar mi condición de incertidumbre a, finalmente, vislumbrar con felicidad cierto camino posible.


Manifiesto

Entre dudas existenciales, crisis vocacionales, amigas, amigos, chongos, novios, potenciales, ex-novios, amor, sexo, música, exámenes y más dudas existenciales, les escribe la Srita. Kadbury. Esta fanática del chocolate y los tés especiales, cuenta un poco de lo que va percibiendo adentro y fuera de sí. Atenti...

Únete a otros 8 suscriptores